Estoy seguro que en algún momento de tu juventud, como a mi, como a todos, te dijeron alguna vez…«ojalá encuentres un buen trabajo».
Es un deseo positivo, lleno de buena voluntad y no cabe duda que es un muy buen deseo para cualquier ser humano de este planeta.
El trabajo es necesario para vivir, para mantener a tu familia, para sentirse realizado…
Pero si preguntáramos a varias personas qué significa para ellos «tener un buen trabajo» estoy también convencido que obtendríamos muchas y variadas respuestas.
Hoy quiero compartir contigo un pequeño gesto que me ocurrió hace unos días y que me hizo reflexionar sobre lo que significa realmente tener un «buen o un mal trabajo».
Pues bien, una mañana lluviosa me acerqué a la oficina de correos a recoger una caja llena de las famosas cápsulas de Nespresso de las cuales somos unos fans incondicionales en casa.
Después de una moderada cola me acerco a la ventanilla, entrego el DNI, firmo…hasta aquí todo normal, y ahora viene lo verdaderamente excepcional, la dependienta de correos me entrega la caja, me mira a los ojos y me dice…«espero que te guste» ,
yo sorprendido respondo con una tímida sonrisa y le doy las gracias y me voy por la calle pensando en lo excepcional de su respuesta.
Nunca nadie me había dicho nada igual al entregarme un paquete.
¿Cuantos paquetes habrá entregado en su vida a completos desconocidos?
¿Cientos, miles…?
Si lo analizamos fríamente podríamos pensar que buscar entre un montón de estanterías el paquete adecuado, rellenar el formulario y entregarlo a la persona correspondiente no es, lo que diríamos un trabajo maravilloso ni excitante, pero, y aquí está la clave de esta historia, todo depende de los ojos con que se mire y con la actitud con que realices este trabajo.
Ahora vamos a darle un punto de vista distinto a este aparéntemente monótono trabajo.
Imagina sólo por un momento que eres depediente de correos, piensa en el montón de sueños e ilusiones ocultas que encierran los paquetes que te rodean, en las esperanzas que hay depositados en ellos, pueden contener cualquier cosa: ropa, regalos lejanos de seres queridos, libros, comida, buenas noticias, fotos ..
Las personas que se acercan a recibirlos de tus manos se sienten ilusionadas y ansiosas por abrirlos y tú tienes el privilegio de ser la cara visible que se los entrega.
¿Verdad que ahora ya no lo ves de la misma manera?
Esa sencilla frase que me regaló la dependienta de correos, es un signo evidente de que ella sí comprende perfectamente la riqueza y excepcionalidad oculta que encierra su trabajo, se siente una mensajera de buenas noticias y es que, la mayoría de las veces, no es tan importante lo que hacemos sino el significado que damos a lo que hacemos