Si somos pacientes y nos interesamos de manera auténtica por alguien, prestándole plena atención, haremos aflorar sus mejores cualidades. Todas las personas con las que nos encontramos a diario tienen aspectos escondidos a simple vista que son dignos de admiración.
Es muy fácil juzgar a las personas por su aspecto o su apariencia, pero si alguna vez nos paramos a hablar con algún mendigo, o con alguna persona que va pidiendo por la calle, seguro que descubrimos a alguien debajo de su tez sucia, su ropa harapienta que nos conmueve o nos da una lección de vida.