Hoy ha llovido en Lleida, algo cada vez menos frecuente.
De repente, por la tarde, la lluvia ha cesado y el sol ha aparecido entre las nubes bañando a la ciudad con una sorprendente luz alegre, luminosa, mágica.
Albert y yo hemos decidido coger nuestras bicicletas y disfrutar de este inesperado regalo y pasear al lado del río. El aire olía a tierra y hierba mojada.
El agua del río brillaba agradecida a la luz del sol, mientras el enorme castillo contemplaba la ciudad orgulloso de tanta belleza.
Parecía un viejo padre que contempla, lleno de bondad, como se divierten sus hijos.
Es como si la ciudad hubiera nacido de nuevo, purificada por la transparencia del agua.
A nuestro lado hemos visto familias, jóvenes enamorados, inmigrantes…todos parecían mirar al futuro con esperanza, nada malo podía pasar con un paisaje así.
Hoy Lleida me ha parecido la ciudad más bella del mundo.
Today it rained in Lleida, something increasingly rare.
Suddenly, in the afternoon, the rain has stopped and the sun has appeared in the clouds bathes the town with a surprising and cheerful light, bright, magical.
Albert and I have decided to take our bikes and enjoy this unexpected gift and take a walk beside the river.
The air smelled of wet earth and grass.
The river shone grateful to the sunlight, while the huge castle contemplated the city prouds of so much beauty.
It seemed an old father who see, full of goodness, as their children are having fun.
It’s as if the city had been born again, purified by the water transparency.
We saw families, young lovers, immigrants … all seemed to look to the future with hope, nothing bad could happen in a landscape like this.
Today Lleida has seemed to me the most beautiful city in the world.