Estuve con mi familia en el Port de la Bonaigua, en el Pirineo.
Había mucha nieve, algo excepcional para esta época del año.
El paisaje era majestuoso, enormes montañas que parecían pintadas de blanco por una mano celestial, sobre un cielo azul nítido y claro.
La nieve brillaba con sus miles de estrellas bañada por el sol, todo era de una gran belleza pura y blanca.
Sin embargo no fue esto lo que más me impresionó, fue el silencio.
Un silencio absoluto, rotundo, demoledor.
No se oía nada, absolutamente nada, ni un pájaro, ni un insecto…la naturaleza en absoluto silencio ante mis ojos.
Me pareció un bien precioso, muy valioso, purificador.
La naturaleza siempre me ha fascinado con sus miles de voces, esta vez, me mostró otra parte de su riqueza, la nada, el vacío.
Hubiera estado horas y horas escuchando allí sólo el silencio, dejándolo penetrar como un bálsamo dentro de mi.
I was with my family at the «Port de la Bonaigüa», in the Pyrenees
There was a lot of snow, something exceptional for this time of year.
The scenery was majestic, huge mountains that seemed whitewashed by a heavenly hand, on a crisp, clear blue sky.
The snow was shining with its thousands of stars bathed by the sun, everything was beautiful in a pure white.
But this was not what impressed me, it was the silence.
A
silence absolute, unqualified, devastating.
You could not hear
nothing, absolutely nothing, not a bird or an insect … nature in absolute silence in front of my eyes.
I thought it was a precious good, valuable, purifier.
Nature has always fascinated me with its thousands of voices, this time, it showed another part of its wealth, nothing, emptiness.
He had been there for hours just listening to the silence, leaving it penetrate inside me like a balsam.