Meditar es una forma de no agresión. De dejar de luchar contra nosotros mismos. Surja lo que surja en nuestra mente, nos entrenamos a verlo tal como es, sin darle nombre, sin rechazarlo, sin desviar la mirada, sin llamarle enemigo. Nos damos cuenta de su inconsistencia cuando observamos como desaparece una y otra vez de forma natural. Esta actitud, con el tiempo, se extiende a nuestra vida y aprendemos a permanecer cada vez más lúcidos y relajados ante cualquier circunstancia, emoción o estado de ánimo.