Cada primavera, llega a nuestra casa un misterioso visitante.
Se trata de un mirlo, que suele arrullarnos con su canto en la oscuridad de la noche.
Precisamente esta noche, vaya Ud. a saber porqué, me he despertado muy temprano.
Mari, con muchos años de «práctica» nocturna a mi lado, muy propensa a la conversación totalmente inconsciente en sueños, ha intuido que no dormía y me ha dicho:
-Qué haces despierto.
– No lo sé, son las cuatro y media de la madrugada, escucho al mirlo, que ha regresado como todos los años por primavera.
– ¿Por qué canta a estas horas?
No tengo ni la más remota idea del porqué se produce este extraño fenómeno, pero le doy la respuesta más poética que se me ocurre…
– Canta para complacer a su amada que se encuentra en el nido incubando los huevos de los que nacerán sus crías. Sigue durmiendo, es muy, muy temprano yo voy a escucharlo un poco más…
Mari ha proferido una onomatopeya ininteligible y ha seguido deleitándose en una de sus actividades predilectas, en los brazos de Morfeo.
Ya por la mañana, leo en Wikipedia…» El canto del mirlo está considerado como uno de los más bellos cantos de las aves de Europa. La riqueza de su repertorio, sus variaciones melódicas y la capacidad de improvisar distinguen al mirlo europeo de la mayoría de las demás aves»
¡Claro! :-)
¡Cómo podría un artista de este tamaño permitir que el ruidoso ritmo de la ciudad o el canto de los demás pájaros eclipsara su obra de Arte!
Me gusta pensar que ama el silencio,
brillar en la oscuridad,
que canta para ser escuchado con atención,
sin interferencias,
sin distracciones,
con la esperanza de que su belleza sea apreciada.
Estoy convencido que su sensibilidad,
su creatividad,
sus sentimientos,
tienen mucho más en común con los nuestros de lo que podemos llegar a sospechar.