Lo que menos me gusta del invierno es que me priva de mi intenso contacto semanal con la naturaleza.
Estoy convencido que los músicos necesitamos estar en contacto con ella.
Nuestro trabajo nos obliga a estar encerrados entre cuatro paredes muchas horas al día. Debemos amar a la naturaleza, de hecho, la música es una de sus manifestaciones más sublimes.
Este año algo ha cambiado, esta necesidad es más intensa, y creo que para compensarla, he tomado por costumbre realizar largos paseos por la ciudad.
Voy sólo, sin rumbo fijo, con mis sentidos alerta para captar el viento, los aromas y disfruto de los pequeños detalles, siempre diferentes, que me regalan mis paseos. Suelo escoger avenidas con árboles y me he dado cuenta que, instintivamente, deslizo mis manos por sus cortezas mientras
camino.
Es una sensación agradable, me hace sentir bien y alivia por un momento esa necesidad de sol, de calor, de vida.
I am convinced that musicians need to be in contact with it.
Our work requires to be enclosed within four walls for many hours a day. We must love nature, in fact, music is one of its most sublime dimensions.
This year something has changed, this need is more intense, and I think that to compensate, I have taken the habit of make long walks through the city.
I go alone, with no fixed direction, with my senses alert to catch the wind, enjoying the aromas and small details, always differents in every walk.
I usually choose avenues with trees and I realized that, instinctively, slid my hands on their bark while
way.
It’s a nice feeling, it makes me feel good and relieved for a moment my need of sun, heat, life.