Fue muy intensa la emoción que sentí en mi concierto del pasado domingo, 20 de abril en la preciosa población de Tolva (Huesca). En sus calles y en sus montañas, disfruté de los mejores momentos de mi infancia, cuyo recuerdo guardaré por siempre en mi corazón. Antiguos amigos me acompañaron y me hicieron sentir querido, en la recién restaurada ermita de Santa Anastasia. Al final, no pude contener las lágrimas que brotaron, libremente, mientras interpretaba la última obra del programa, «Asturias» del Maestro Albéniz. Lágrimas de melancolía y gratitud, por todo lo vivido, y por una etapa tan feliz de mi vida que no regresará.



