Rodeamos de montañas imponentes, bosques misteriosos.
Lagos que juegan a ser el cielo inundado de estrellas cuando les refleja el sol.
Los ríos nos hablan en su lengua secreta.
La naturaleza nos invade lentamente con su ritmo lento y cadencioso,
mientras nuestros pies cansados se deslizan por los mismos senderos.
Hace tantos años ya que los transitamos…
Y, a pesar de todo, siempre muestran nuevos tesoros, nuevas riquezas, en cada mirada.
Las altas montañas marcan el destino de nuestros corazones,
a cada paso,
a cada sonrisa,
se entrelazan cada vez más y más.
Una profunda calma nos invade,
un callado sentimiento de felicidad se apodera de nosotros,
mientras una suave voz,
dulce y con sabor a hierba,
nos susurra, de nuevo, que estamos otra vez en casa.
¡Pero qué bonito todo… !!¡ El escrito, la imagen…. Y nosotros tres qué alegría, qué felicidad, y si buscas una foto de este verano encontrarás lo mismo, naturaleza, montañas, los tres, sonrisas, felicidad, …
Qué nunca cambiemos, que nuestra esencia de familia siempre permanezca bajo cualquier manto pero con la alegría que nos caracteriza y que con el paso de los años podamos revivir nuestra felicidad.
Gracias Antoñito por recuperar este valiosísimo regalo.