Para que la luz brille es necesaria la oscuridad.
Todos tenemos una parte oscura, peligrosa, que nos atrae, un abismo interior contra el que debemos luchar.
Sabemos que nos oscurece el alma, que es dañina, pero forma parte de nosotros y no podemos renunciar a ella.
En nuestro interior hay anhelos ocultos que van más allá de los pensamientos.
Tratamos de convencernos que somos libres, pero cuando esos anhelos, esas pasiones, nos susurran una orden, cuesta mucho oponer resistencia.
En ese momento debemos demostrar, más que nunca que, por encima de todo, amamos la luz y sólo en ella podemos hallar la felicidad.