La sabiduría puede esconderse muchas veces en las personas más sencillas y puede aparecer en el momento más inesperado.
Me gustaría compartir con vosotros dos ejemplos.
Trabaja en un supermercado de un pueblo de montaña, cerca de donde suelo descansar durante el mes de agosto con mi familia.
Tiene el pelo blanco y su piel pálida, que le dan un aspecto de tener más años de los que seguramente tiene.
Siempre lleva una bata azul, hace gestos exagerados, ruidos con la boca mientras prepara las bolsas, onomatopeyas extrañas mientras va a buscar un producto a la estantería.
Los niños se ríen de él, cualquiera diría que hay algo que no funciona en su cabeza…
Hace años que observo que en su supermercado siempre suena música clásica.
Este verano le pregunté: ¿Te gusta mucho la música clásica? ¿verdad?
Su respuesta fue sorprendentemente profunda: Si, me ayuda a vivir.
El otro ejemplo.
Estoy dando un concierto como solista en un pequeño pueblo cerca de Lleida.
En la primera fila, hay un anciano, que aplaude muy fuerte, y que alguna vez dice ¡Bravo!.
El público y yo sonreímos, y pensamos que es un poco exagerado con sus gestos, sus gritos…
Su cara quemada por el sol y su aspecto, hablan posiblemente de un campesino.
Después de la “Danza del molinero” de Manuel de Falla, está emocionado y de repente empieza a hablar:
“Perdone, Señor Profesor, nunca hubiera pensado que dos manos y seis cuerdas pudieran llegar hasta lo más íntimo del corazón”
Dos frases, sobre la música, sobre la guitarra, para pensar en ellas toda la vida.
Wisdom can often hide in the most simple people and may appear in the most unexpected moment.
I’d like to share with you two examples.
He works in a mountain village supermarket, near where I usually rest during August with my family.
He is white hair and pale skin, looking to him seems to be more years than he probably is.
Always wears a blue robe, he makes exaggerated gestures, noises with his mouth while preparing the bags,foreign onomatopoeia while he finds a product from the shelves.
The children laugh at him, you’d think there’s something wrong in his head …
Years ago I observe that in his supermarket always sounds classical music.
This summer I asked: Would you really like classical music? Isn’t it?
His answer was surprisingly deep: Yes, it helps me to live.
The other example.
I’m playing a solo concert in a small town near Lleida.
In the first row, there is an old man, clapping very strong, and sometimes saying “Bravo” !.
The public and I smile, and we think he is a bit exaggerated with his gestures, shouting …
His sunburnt face and appearance, possibly speak about a peasant.
After the “Danza del Molinero” of Manuel de Falla, is excited and suddenly begins to speak:
“Excuse me, Professor, I never would have thought that two hands and six strings could to penetrate to the innermost of the heart”
Two sentences about music, about the guitar, to think about them forever.