Albert se ha ido de acampadada con los boys scouts.
Estoy en un bonito hotel en Castelldefels, cerca de Barcelona, con Mari.
El hotel está en el punto más alto de los alrededores, increiblemente aislado de lo que sucede abajo: autopistas, el aeropuerto, la ciudad con sus prisas…
Un oasis de calma, rodeado de pinos.
Dentro del hotel hay una torre medieval, al lado de la piscina y los pinos.
Me gustan los pinos: siempre verdes, su aroma penetrante, sus agujas secas tamizando el suelo.
Estoy tumbado mirando al cielo, la torre, los pinos, mientras Mari a mi lado se deja acariciar por el sol.
Hemos hablado y callado durante horas, el tiempo no importa.
Por mis oídos, como un bálsamo, una emisora me regala música de Mozart.
Las ramas se dejan mecer suavemente por la brisa, juegan a acariciar la torre,hablan en un lenguaje antiguo y secreto.
Yo las miro sin pensar en nada, sin sentir nada, solo una profunda calma.
El tiempo no importa.
Y poco a poco, noto como las aguas vuelven a su cauce, y me siento bien, miro a Mari, ella me mira y vuelvo, una vez más, a pensar en lo afortunado que soy.
Albert has gone camping with boys scouts.
I am in a pretty hotel in Castelldefels, near Barcelona, with Mari.
The hotel is in the highest point of the environs, incredibly isolated of which it happens down: motorways, the airport, the city with its haste… An oasis of calm, surrounded by pines.
Within the hotel there is a medieval tower, next to the swimming pool and the pines.
I like the pines: always green, its penetrating aroma, its dry needles sifting the ground.
I am vaulted watching the sky, the tower, the pines, while Mari, next to me, is let caress by the sun.
We have spoken and shut up during hours, the time does not matter. By my ears, like a balsam, a radio station present me Mozart music.
The branches are let rock smoothly by the breeze, play to caress the tower, speak in an old and secret language.
I watch them thinking nothing, feeling nothing, single a deep calm.
The time does not matter.
And little by little, I notice as the waters return to their channel, and I feel well, I watch Mari, she watches to me and, once again, I return to think about the lucky person that I am.