El mejor antídoto contra la tristeza y el desánimo, es abrir nuestros corazones para sentir empatía e interesarnos por los demás. Esto nos libera del dolor de sentirnos centrados, de forma obsesiva, en lo que nos sucede a nosotros. Comprobamos que no somos los únicos que tenemos dificultades, que hay otros que tienen problemas mucho más graves que los nuestros. Contribuir de alguna manera a su bienestar y felicidad es un poderoso bálsamo que cura nuestras heridas.
Desde siempre el mejor antídoto contra la tristeza es dejar de pensar en nosotros y ponernos en la piel del otro o ayudar a quién está peor que nosotros.
Olvidarnos de nuestro ego y ser más compasivos con los demás.