¡Tiene algo de rudo y de salvaje esta «Bourreé» de J.S. Bach!
Siempre me ha parecido una especie de «Danza de los leñadores». Es magistral el papel que Bach otorga a la segunda voz, que desempeña a la vez las funciones de acompañamiento y de contrapunto, respondiendo educadamente siempre que la primera le da oportunidad, hasta que decide por fin entrar en un encendido diálogo con ella en la parte final de la obra.
¡Espero que os guste! :-)