Tus ojos dicen algo más allá de las palabras.
Ojos dulces, alegres, melancólicos, airados, compasivos, benévolos…
Tus ojos no mienten.
Tu mirada puede descubrirnos un mundo.
Con un movimiento de ojos puedes revelar un secreto, dar una advertencia, una caricia.
Es un lenguaje silencioso y profundo,
misterioso,
que penetra hasta lo más hondo del alma.
Tus ojos me hablan de tiempos remotos,
de desiertos de fina arena,
de palmeras repletas de olorosos dátiles.
Juegan a ser el mar cuando se iluminan.
Un mar cálido de dulce miel, donde nacen los sueños,
donde querría sumergir mis temores para siempre.
Cuando me veo reflejado en ellos, siento que estoy en casa.
Tus ojos dicen algo más allá de las palabras…
Archivo del Autor: José Antonio Chic
Sobre el amor (V)
Está en el origen de todo.
En la esencia de lo conocido y por conocer.
Desde que nacemos, empieza la mágica espera.
Nadie sabe cómo atrapa a los amantes con su red invisible.
Cómo traspasarán las rejas de su prisión, para entrar en un palacio iluminado con brillantes colores.
Qué misteriosas artes empleará para conseguir su propósito.
Cómo acabarán siendo realidad las cosas soñadas.
Sus almas se buscarán.
Sus cuerpos se atraerán.
Hasta que la muerte haga inútil toda caricia.
Perder el tiempo
La relatividad del tiempo me aterra y me fascina.
Nuestra infancia pasa en apenas un suspiro y de repente nos encontramos en la mitad de la vida, observándola con nostalgia.
Cuando somos felices el tiempo huye deprisa y en el dolor, en el sufrimiento, los minutos parecen eternos.
Es el bien más preciado que poseemos.
Si él termina se acaba todo
No sabemos el que nos queda, cada minuto puedo ser el último y una cosa es segura, mientras la vida avanza nuestro tiempo disponible retrocede.
Es normal pues que a todos nos aterre «perder el tiempo».
Todos deberíamos repetir mentalmente cada día al despertarnos «Karpe diem», aprovecha el momento, la genial frase de la película «El club de los poetas muertos».
Pero aprovechar el momento no significa trabajar más, hacer «más cosas», correr más deprisa.
Yo creo que es más bien hacer en cada momento lo correcto. Conocer nuestro ritmo interno, gestionar bien nuestro tiempo libre, escuchar nuestro cuerpo y nuestra alma, aprender a «no hacer nada», a abrir los ojos y observar.
Vivir con intensidad el momento presente es un arte que requiere una alta sabiduría, es la única arma de que disponemos para luchar contra el tiempo.
En cada minuto y en cada segundo, donde quiera que estés, ocurren cosas extraordinarias, para apreciarlas, sólo hace falta sentarse, contemplar y escuchar.
Sobre la paz
«Paz», «Amor», «Felicidad», son palabras esenciales en la existencia humana.
Maltratadas por nuestros labios, parecen injustamente vacías y sin significado, cuando van de boca en boca en este tiempo de Navidad como un mero trámite.
Estos días he estando pensando especialmente en la primera de ellas: la paz.
-¿Qué es la paz?
Muchos responderíamos… que no haya guerra.
Asociamos inmediatamente la paz al conflicto bélico, a la ausencia de enfrentamiento de cualquier tipo entre las personas, a la armonía en el trato verbal o físico con los demás.
Yo prefiero pensar en ella de otra forma.
Me interesa esa paz que sentimos cuando realizamos verdaderamente lo que creemos correcto, cuando miramos a nuestro alrededor y sentimos que estamos en el lugar adecuado para poder desarrollar nuestras cualidades, cuando al final del día, cerramos los ojos y podemos decir, con la mano en el corazón, que no hemos dañado a nadie conscientemente y hemos intentado mejorar y hacer el bien en todas nuestras acciones.
La paz, profunda e interior, es la más valiosa, rara y difícil de encontrar, es la que debemos buscar toda la vida…y esa es la que que te deseo a ti hoy, anónimo lector, día de Navidad de 2011.
Paz, amigo.
Ojalá tengas la dicha de sentirla, de encontrarla durante muchos días en tu vida.
Luces de Navidad
De nuevo, el círculo se cierra.
Las calles se inundan de personas con bolsas de vivos colores.
Por fuera, todo es brillante, luminoso.
Un ritmo frenético se apodera de nosotros, nadie puede escapar, todo sucede más deprisa, sino corres no formas parte de la fiesta.
Las luces de Navidad convierten la ciudad en una enorme pista de aterrizaje, nos atraen, hechizan nuestros sentidos y,de una manera engañosa, quieren hacernos creer que tenemos la obligación de sonreír, de ser felices, de «brillar» como lo hacen ellas…cuando son ellas mismas las responsables de iluminar la soledad, la frustración, la tristeza.
Bajo su despiadada luz, sin poder remediarlo, todos realizamos un exhaustivo balance de nuestra vida y ellas nos muestran, nada más y nada menos, lo que somos en realidad, y donde estamos en este momento, aquí y ahora, en el río de nuestra vida.
Yo, siempre que las miro, siento una sensación agridulce.
Seguramente será por que pienso en la infancia perdida, en sueños dorados que quizás volaron, en aquel niño de piel morena y pantalones cortos, de brillantes ojos negros abiertos a una nueva vida por descubrir, llena de posibilidades.
Pero también me siento feliz, y una sola palabra, profunda y secreta, toma forma en mi corazón: GRACIAS.
Por todo lo bueno que tengo, por lo que soy, y por el gran regalo que la vida quiso darme hace ya 15 años.
¡Feliz Navidad!
¡Siempre hay motivos para decir gracias!
El lenguaje de Bach.
Cada compositor tiene su aroma, su color, su paisaje.
Ravel y Debussy saben a mar, a flores en una cálida y mágica noche de verano a la luz de la luna.
Mozart es elegante, divertido, curioso, siempre equilibrado.
Beethoven desafiante y altanero, increiblemente lógico y coherente en su desarrollo musical.
Wagner grandilocuente, profundo y ambicioso.
Strawinsky es abrupto, fantasioso, inesperado.
Con Sibelius podemos sentirnos prácticamente dentro de la propia naturaleza, en las cumbres heladas de Finlandia.
Pero, el lenguaje que más me impresiona es el de Bach, con él no hay espacio para la banalidad, para la ligereza, para el pasatiempo.
Cada frase, cada nota, encierra una trascendental pregunta sobre el sentido de la vida.
Siempre tengo la sensación de que su música habla de los grandes temas que han interesado a la humanidad desde el principio de los tiempos: el amor, el perdón, la amistad, la alegría, la tristeza, el alma, el más allá…
Sí, su música encierra preguntas y, probablemente, también las respuestas.
Terrible contradicción
Cosas que me gustaría enseñar a mis alumnos (XVII)
Tu objetivo en la vida debe ser dedicarte a lo que eres.
Todos nacemos con un don, si no es así, con el tiempo nos especializamos en algo. algo que sabemos hacer realmente bien.
Todas las personas, absolutamente todas, tienen capacidad para hacer algo muy bien.
Tu primera misión ha de ser pues, descubrir ese algo.
Para hacerlo debes estar alerta, vigilante, observarte y escuchar tu corazón en cada decisión importante mientras te guías por la intuición.
Si alguien traiciona conscientemente a su don, se traiciona a sí mismo.
Si sientes que has errado el camino, se valiente, detente, cambia de ocupación y vuelve a empezar.
Nunca es tarde: un día de búsqueda del camino correcto valen más que 1000 sabiendo que no estás en tu lugar.
El abismo interior.
Para que la luz brille es necesaria la oscuridad.
Todos tenemos una parte oscura, peligrosa, que nos atrae, un abismo interior contra el que debemos luchar.
Sabemos que nos oscurece el alma, que es dañina, pero forma parte de nosotros y no podemos renunciar a ella.
En nuestro interior hay anhelos ocultos que van más allá de los pensamientos.
Tratamos de convencernos que somos libres, pero cuando esos anhelos, esas pasiones, nos susurran una orden, cuesta mucho oponer resistencia.
En ese momento debemos demostrar, más que nunca que, por encima de todo, amamos la luz y sólo en ella podemos hallar la felicidad.