La angustia y el estrés son despertadores que nos visitan para que les prestemos atención.
Vivir es una experiencia traumática, continuamente nos suceden cosas.
Las dificultades podemos verlas como obstáculos, o como oportunidades que nos invitan a mejorar, a desarrollarnos.
Hay que amar todo lo que sucede, observarlo tal como es, sin sobredimensionarlo, la mayoría de las veces exageramos, en realidad son pocas las cosas que nos suceden realmente importantes.
Practica el humor como antídoto ante las exageradas demandas de tus deseos y esperanzas.
En las situaciones difíciles nace lo mejor y lo peor de nosotros mismos.
Surja lo que surja, entrénate en observarlo y verlo tal como es, sin darle nombre, sin tirarle piedras, sin desviar la mirada.
Cultiva «un buen calzado» para caminar por la vida, en vez de querer alfombrar el suelo de espinas.
Ten la firme convicción que el amor, hacia ti mismo y hacia los demás, puede limar las aristas más profundas.